

El juez de control Rómulo Antonio Bonilla Castañeda decretó suspender el proceso penal y el plazo para resolver la situación jurídica de Sergio Nemegyei Villanueva, el presunto autor del homicidio de dos mujeres en el fraccionamiento del Arco, en el norte de Mérida.
El juez decidió suspender el proceso para mandarlo al Cereso y de ahí al Hospital Psiquiátrico porque, al parecer, tiene “delirios de persecución” por su adicción a las drogas.
El hijo y nieto de las dos señoras asesinadas presuntamente por él, dijo que todo es un complot y que todos “lo perseguían” porque tenía algo grande que valía mucho: cómo fabricar oro y metales preciosos.
Incluso, dijo, su madre y hermana se enteraron y querían “sacarlo del negocio”.
En un principio, el juez Bonilla Castañeda decretó como legal su detención por los delitos de portación de armas e instrumentos prohibidos, ataques peligrosos y daño en propiedad ajena, ambos cometidos contra servidores públicos que denunciaron los agentes aprehensores Sergio C.C. y Angel Isaías T.C.
Estos agentes indicaron que el pasado 16 de febrero, alrededor de las 12:45 horas, localizaron a Sergio cuando caminaba por la calle 10 entre 21 y 19 de la colonia San Esteban.
Cuando se acercaron para entrevistarlo, declararon los agentes, se puso agresivo de palabra, empujó al primero de los policías y luego atacó con un cuchillo al segundo, logrando dañar su chaleco antibalas.
Pero cuando luego el juez escuchó al sujeto, considerando lo que dijo, determinó que debe sometérsele a una “valoración psiquiátrica”.
Este argumento de la defensa fue robustecido con un examen previo que le efectuó la Fiscalía, donde el diagnóstico provisional señala que tiene “delirios de persecución”.
El acusado declaró también que quería “limpiar su nombre y ser un ejemplo para su hija”.
En su declaración ante el juez, señaló que cuenta con correos e información en su computadora en los que ha encontrado cómo hacer negocios con las descargas de música, pero principalmente con la fabricación de oro y otros metales preciosos, lo cual vio que en China se hace con facilidad.
“Mi mamá y hermana se enteraron de mi pedido de materiales para hacer el oro y empezaron a reunirse con otras mujeres de la familia”, para supuestamente sacarlo del negocio.
El sentía, dijo, que lo estaban persiguiendo los federales, el Ejército, el FBI, el Gobierno, Google, sus amigos. “Sentía que estaban sobre mí, porque sabían que tenía algo grande que valía mucho, todos estaban contra de mí, era un complot”.
Sergio mencionó que el sábado pasado –la noche antes de ser descubierto el doble feminicidio- se despidió de su madre a las 8 de la noche y cenó lo que ella le dejó.
Luego acudió a un restaurante cercano de donde es cliente y horas después regresó a la casa de su mamá y abuela, Gladis Leticia Villanueva Uribe y Ana Uribe Madera, respectivamente, a las que encontró muertas.
Al verlas, dijo, les tomó el pulso, temperatura, etcétera, y luego se comunicó con su prima Esther A.N., que es abogada, alrededor de las 04:45 horas del domingo –la hora en que fue visto salir por las cámaras-, pero ésta no le hizo caso.
Luego volvió a llamarle, diciéndole que habían secuestrado a su hermana, pero su prima lo citó en su casa a las 11 de la mañana del domingo.
Cuando iba a verla es cuando fue detenido, pero aclaró que nunca atacó a los policías, ni opuso resistencia, como se dice en el informe policial.
Cabe señalar que Sergio Nemegyei desde muy joven se volvió adicto a la mariguana, LSD, “tachas” y metanfetaminas, entre otros psicotrópicos, por lo que fue diagnosticado que padecía síndrome delirante y se convirtió en un paciente psiquiátrico.
Se espera que el proceso se reanude cuando se conozca continuará el dictamen de los médicos del Hospital Psiquiátrico, para saber qué procedimiento se podría seguir.
Sería otro juez el que ejecute una orden de aprehensión en su contra para juzgarlo por ambos feminicidios.
En caso contrario, si así lo determina la valoración psiquiátrica, al presunto asesino se le podría declarar inimputable, es decir, que no se le puede imputar el delito ni ser procesado, de modo que al ser el único sospechoso, el doble crimen quedaría en la impunidad.