Movido por la envidia, y porque Luis González Contreras le había solicitado desocupar la casa donde le había dado alojamiento, Alejandro López Geded asesinó al fotógrafo cuyo cuerpo fue encontrado anteayer desmembrado y quemado.
Con un mazo, mientras dormía, el fotógrafo de eventos sociales fue ejecutado de un brutal golpe que le destrozó la cabeza y le dio muerte instantánea.
El presunto asesino, de 27 años de edad, fue detenido anoche mismo y trasladado a las instalaciones de la Fiscalía General del Estado, donde se le abrió un proceso por homicidio calificado, se informó a PRESIDIO.
En la carpeta de investigaciones consta que, tras matarlo –lejos de arrepentirse- López Geded arrastró el cuerpo de Luis al baño, donde lo destazó con un cuchillo de carnicero y le separó las extremidades del torso.
Acto seguido, subió al techo del domicilio con esa parte del cuerpo, al cual le prendió fuego para desfigurarle la cara y que quedara irreconocible.
Posteriormente cubrió el cadáver con cal dentro de un costal, que a su vez introdujo en una bolsa de plástico y se dirigió a tirarlo.
Una vecina de la tercera edad vio esa noche a una persona en el techo de aquel domicilio y lo comentó, pero no le creyeron porque es de edad avanzada y tiene problemas de la vista.
Acompañado por un cómplice que no ha sido identificado, el asesino utilizó el vehículo de Luis para dirigirse al basurero de Chelem puerto, donde anteayer fue hallado por unos pepenadores que percibieron una fetidez fuera de la acostumbrada.
Todo ello ha sido confesado ya por el homicida, quien días antes había superado la prueba del polígrafo (también conocido como “detector de mentiras”) tras habérsele interrogado sobre la desaparición de su compañero de casa.
Por la forma en cómo se desarrolló el crimen indica que el asesino ya lo tenía planeado, es decir, se avitualló de un mazo, cuchillo, gasolina, cal y bolsas antes de ejecutarlo.
Datos de la investigación a la que PRESIDIO tuvo acceso arrojan que Alejandro López era un muchacho de carácter agresivo y múltiples problemas de personalidad, lo que había orillado a sus padres a expulsarlo de su casa; incluso su abuela, que un tiempo le dio alojamiento, no quería saber de él, según el relato de personas cercanas.
Cambiaba frecuentemente de domicilio porque de todos los lugares lo desalojaban, señalan, hasta que conoció a Luis, quien le ofreció alojamiento en el predio que él rentaba en el fraccionamiento Jardines del Norte.
Luis González, quien era conocido por su sencillez y bondad, no dudó en ofrecerle su techo y compartir gastos con aquella persona que conoció en un exclusivo gimnasio del norte de Mérida, el “Exersite” de Plaza Altabrisa donde Alejandro López era instructor de box.
A los pocos días de desaparecido, los familiares de Luis ya sospechaban que Alejandro tendría alguna relación con el hecho, pues fue el único que comentó que “seguramente estaba trabajando en Cozumel” y se le notaba despreocupado por la desaparición.
A sus 31 años de edad, Luis tenía un estilo de vida desahogado y podía darse el gusto de algunos viajes de placer fuera de México. Había visitado países como Perú, Argentina, China y Alemania, entre otros, pero siempre avisaba a su familia y a su novia.
Su profesión le permitía tener buenos ingresos debido a la alta calidad de fotografía que ofrecía a sus clientes, la mayoría de clase alta y elevado poder adquisitivo.
Familias adineradas de Mérida le tenían un gran aprecio por su sencillez y profesionalismo para obtener las imágenes, situación que le causaba un enorme celo a Alejandro.
Esa misma popularidad, aunado al cariño que gozaba y su estilo de vida desahogado, fue alimentando una envidia cada vez mayor en su victimario.
El detonante fue la reciente petición que le hizo Luis de desocupar la casa que compartían debido al desorden, suciedad y estilo de vida descuidado que Alejandro había mostrado durante los aproximadamente dos años que convivieron.
Fue el 19 de diciembre, día de su desaparición, cuando González Contreras volvió a las 4 de la mañana a su domicilio, tras hacer guardia toda la noche en el hospital Star Médica junto a un amigo que estaba ingresado.
Luis se acostó a dormir, situación que Alejandro aprovechó para ejecutar su macabro plan y deshacerse del cuerpo temprano por la mañana. Desde ese día estuvo tirado en el basurero.
En la noche, los vecinos narran que “Lorenzo”, el perro Labrador de color negro y fiel compañero de Luis, aulló de una forma desgarradora, toda la noche, pero nadie se imaginó el motivo.
El alma de Luis González Contreras fue objeto de oraciones anoche en la funeraria del IMSS de la calle 59, en el barrio de Santiago, donde se ofreció una misa junto a un ataúd con fotografías de él.
El cuerpo aún no es entregado a sus familiares, pues prosigue la investigación y se siguen obteniendo elementos para inculpar a López Geded por el homicidio.
Los familiares y amigos exigen justicia, sin concesiones, y están en espera de la conclusión de la carpeta de investigación para darle seguimiento al ser turnada al juez.