Dos ancianos de Mérida del rumbo de Santa Ana fueron asaltados en su casa por delincuentes armados que golpearon a su hija con síndrome de Down.
El matrimonio fue sometido y quedó víctima de una crisis nerviosa tras el hecho perpetrado por seis sujetos con los rostros cubiertos y armas de fuego.
El atraco fue en un predio de la calle 47 entre 52 y 54 del centro en cuyo interior estaban la pareja de más de 80 años de edad y sus hijos discapacitados.
PRESIDIO tuvo conocimiento de otro caso similar en Hunucmá, donde la inseguridad se ha disparado. A una mujer le robaron el auto en la puerta de su casa y días después encapuchados asaltaron el predio sin importar que estaba la familia.
El año pasado informamos que una señora de 92 años fue amarrada de pies y manos para robarle en el rumbo de San Cristóbal, en la calle 50 entre 73 y 73-A del centro frente a la funeraria “Garrido”.
El caso más reciente que trascendió en Mérida fue en el domicilio número 461-A de la calle 47, al lado del bar «Casa Dominga» cercano al remate de Paseo de Montejo.
PRESIDIO recogió el testimonio del matrimonio de avanzada edad, que aún se encontraba nervioso por el suceso y no daba crédito a lo que está ocurriendo en la capital yucateca.
El asalto fue perpetrado alrededor de las 9:30 de la noche. Don Manuel Sabido Euán y doña Irene Martín Rivas, de 80 y 84 años de edad, se encontraban sentados en la sala.
Sujetos con guantes y los rostros cubiertos con paliacates empujaron la ventana de la puerta principal, metieron la mano y quitaron el seguro.
Los ancianos se sobresaltaron cuando vieron a los individuos, que entraron con la facilidad de quien ha estudiado antes el entorno.
Al menos uno de ellos llevaba pasamontañas, relataron a PRESIDIO doña Irene y don Manuel. «Estaban vestidos con pantalones negros y camisas de manga larga también negras, todos con la cara tapada, a excepción del más alto».
La señora relató que se sobresaltó y se puso de pie, pero de inmediato fue obligada a sentarse de nuevo. «Ustedes cálmense, colaboren y no les pasa nada», dijo uno de los sujetos.
Los sujetos portaban sogas, al parecer con intención de amarrarlos, pero al no encontrar resistencia no lo hicieron.
Uno le ordenó al don Manuel que le mostrara dónde estaba “la caja fuerte” y le diera todo el dinero.
El señor, quien padece de taquicardia, presión alta y en ese momento tenía calentura, se incorporó de su asiento y los llevó a su habitación.
Estaba prácticamente imposibilitado para caminar porque le acababa de entrar una bacteria en el pie, explicó su hija Lucy Guadalupe, quien en el momento de la entrevista se encontraba en la casa porque acababa de llevar a su papá al médico.
Pese a su estado de salud, el octogenario llevó a cuatro delincuentes hasta donde tenía dinero; sacó de un cajón 4 mil pesos, los entregó y volvió a cerrar el cajón. Fue cuando los asaltantes se pusieron violentos y uno forcejeó con don Manuel.
Sin embargo, al anciano le surgió valor porque el sujeto era de baja estatura y lo empujó.
Doña Irene, al ver esa distracción intentó llegar a la puerta para salir. «No sé qué iba yo a hacer, sólo vi una oportunidad; no lo sé, tal vez gritaría por ayuda».
No caminó mucho cuando la sujetaron de brazo y le mostraron una pistola. «Me sentó y me amenazó: si vuelves a hacer algo, ya sabes», relata angustiada.
En ese momento salió de un cuarto su hija Carolina, de 40 años de edad, quien padece de síndrome de Down.
Al verla acercarse, un sujeto armado la golpeó y empujó para obligarla a regresar al cuarto y sentarse.
Durante el forcejeo con don Manuel le arrancaron del cuello una cadena de oro de 14 quilates, cuyo costo estimado es de 15 mil pesos.
Al escuchar el ruido, de otra habitación salió su hijo Jorge, de 54 años, quien es una persona nerviosa. A él lo amenazaron, lo empujaron y le arrebataron una cadena de plata.
Acto seguido, los delincuentes salieron por la puerta del frente y se fueron caminando, sin prisas, sobre la banqueta. Llegaron a la calle 54 y dieron vuelta a la izquierda.
Jorge logró salir y los vio irse. Quiso gritar algo, pero estaba dominado por los nervios y las palabras no le salieron de la boca.
Según relatan, el atraco ocurrió en un lapso de 10 minutos.
Todos los vecinos del rumbo se enteraron de los hechos, pues tanto la Policía municipal, la estatal y la Fiscalía acudieron al lugar tras el aviso.
La Policía Municipal tomó fotos de la casa, de los afectados y los interrogó. Invitaron a don Manuel Sabido a acudir a la comisaría, pero éste declinó porque se sentía mal de salud y por el amargo que acababa de vivir.
Al sitio también llegó una ambulancia, pues los ancianos y su hija discapacitada sufrieron crisis nerviosa.
Hora y media después se presentó personal de la Fiscalía General del Estado, que mostró desinterés al tomar conocimiento y no quiso pasar a la casa para recabar evidencias.
Las autoridades les pidieron que mantuvieran la calma y se comprometieron a regresar para continuar con las investigaciones, pero que el caso no trascendiera.
También dijeron que revisarían las cámaras de video que tiene el bar «Casa Dominga», pero tampoco lo hicieron, hasta donde se sabe.
Han pasado 15 días del asalto armado y el hecho sigue impune, sin un seguimiento oficial ante la negativa de aceptar un incremento en los hechos delictivos en el Estado, que cada vez se muestran más atrevidos.
(Continuará)
Edoardo Manzanilla / PRESIDIO